F1. Turquía amassada

Hay que ser hincha. No se justifica otra respuesta para levantarse a las siete de la mañana un domingo. Ya sé que muchos dirán…pero yo me levanto a esa hora todos los días. Bien por ustedes. Benditas sus pupilas madrugadoras pero a mi –y creo que al grueso de peruanos- nos cuesta y más cuando el séptimo día de la semana (aquel que Papa Lindo dijo: santificarás con descanso). A las 6:59 la oscuridad de mi cuarto se vio rota por el prendido automático de mi televisor. Todos los domingos de la F1 pasa lo mismo. Cuando se prende me arrepiento enormemente de haberlo programado la noche anterior y termino odiando al tarado que se le ocurrió hacerlo (o sea a mi). Entre sueños vi partida y me despertó de arranque con el trompo de Fisichella que desató una reacción en cadena hasta el otro trompo de Liuzzi que provocó otra… reacción en cadena que se tranquilizó con el ingreso del Pace Car lo que originó que varios equipos adelantaran sus paradas den boxes (los seis primeros) aprovechando el tiempo muerto que provocaba el retiro del Toro Rosso varado en la pista. Este momento marcaría un quiebre tempranero en la prueba, a mi parecer un error, como Massa iba primero entró primero a pits lo que obligó a Schum a esperar. Mientras tanto Alonso, que iba tercero, le ganaba una posición al alemán hacer su parada en boxes al mismo tiempo que Massa. Un comercial y regreso…el sueño me venció. Cuando abro los ojos todo sigue igual y el trencito no varía: Massa, Alonso, Schumacher y Alonso. Luego me enteraría que Ferrari en su intento de compensar a Michael –en más madrugadora que nunca entrada tempranera boxes- le pusieron más gasolina de lo normal con la intención de prolongar algunos giros antes de la segunda parada que le permitiría entrar con una buena ventaja. Este sobrepeso sin embargo le daba problemas en la extensa curva ocho donde perdía lo que recuperaba en sus constantes persecuciones contra el español. A dormir los pastores. Sin novedad en el frente volví a mis trazados de almohadas. Sueño, descanso, ronco, abro los ojos y veo a Button segundo. Por unos segundos pienso que me perdí algo bueno pero luego caigo en la cuenta que están en la segunda parada. Aún así el sueño se escapo con la alertas así que no me queda otra que pegarme a la transmisión. Los últimos giros fueron reiterados. Massa mandándose a mudar, Alonso haciendo lo justo para impedir el éxito de los embates de Michael y Button cuarto recreando en la mente su victoria de hace una semana lo cual le quitaba agresividad en la pista. Sentimiento disímiles en los cuartes de la escudería del Caballo Rampante: Dieciséis puntos para Ferrari que se aprieta en la clasificación de marcas (quedando a dos puntos de Renault) que regalan una alegría para el equipo que no llega a ser completa por la decepción de los dos puntos extras obtenidos por Alonso que amplían su ventaja –frente a Schum- a doce. Veo la llegada y en el podio los ojos me traicionan. Me quedo jato con el televisor prendido y diciendo: “Esto no es vida. La próxima carrera la grabo”. Me lo repito como tantas veces en el pasado sabiendo que de acá a dos semanas estaré programando la tele nuevamente.

Ah. Me olvidaba recientemente el periódico francés Le Figaro encuestó a todos los pilotos (con excepción de los de Ferrari y Renault) de la F1 sobre quién creen que sería el próximo monarca de la categoría. Alonso obtuvo seis votos (Barrichello –como se nota que lo quiera a Schumacher-, Webber, Kubica, Monteiro, Klien y De La Rosa) mientras que Schumacher alcanzó cuatro (Ralph Schumacher –el poder la sangre-, Heidfeld, Liuzzi y Yanamoto). Los pilotos que se abstuvieron de votar –tal vez porque no quieren perderse la fiesta de celebración de cualquiera de los dos- fueron Nico Rosberg, David Coulthard, Jenson Button, Christijan Albers y Scott Speed no se decantaron por ninguno de los dos, mientras que Jarno Trulli, Takuma Sato y Kimi Raikkonen