ANECDOTARIO. Tito Pardo

Estábamos en los días de Hoja de Ruta del rally Santa Cruz de Bolivia hace un año. Tito estaba en una camioneta alquilada junto a Gianpier Giacchetti y me invitaron a hacer el reconocimiento con ellos. Un pasada. Como no había nada que hacer me subí a la camioneta, a la parte de atrás. Cuando empezó la hoja de ruta me di cuenta que no habían cinturones de seguridad. Sorry. Muy tarde el chocolateo ya se había iniciado. Adelante Gianpier dictaba la hoja con una tranquilidad inversamente proporcional al zarandeo del vehículo. “Derecha media para izquierda veloz ojo por fuera”. Tito movía el timón de un lado a otro mientras yo me golpeaba con todo pero siempre intentando poner cara de: “no se preocupen que ya estoy acostumbrado”. Acostumbrado a qué, no sé. Pero que funcionaba, funcionaba. A medida que avanzábamos veía como Tito llevaba la camioneta de costado, se venía un árbol y cuando el choque era inminente, ¡Zas! Tito sacaba el vehículo. Realmente me quede sorprendido del control de Pardo sobre el vehículo. Es un profesional pensaba. Que tal talento. Que tal manejo. Que garbo. ¿Será muy difícil hacer el trámite para las palmas del Estadio Nacional?. Para remate el trazado estaba plagado de barro por la lluvia de la noche anterior por lo que el vehículo no derrapaba sino patinaba. Cuando terminó el trabajo, con varios golpes en el cuerpo, llegamos al parque de asistencia y justo cuando iba a proceder a felicitar a Tito por lo mostrado, este se dirigió a Gianpier y le dijo: “¡Viste como casi nos la pegamos!”. ¿Qué?. ¿No estaban todos los movimientos fríamente calculados?. “No, Daniel. Como se te ocurre si casi nos sacado el ancho dos veces. Que tal suerte hemos tenido”. Plop. En esos momentos sentí como mi pantalón era invadido por un temor mojado.