COLUMNA. ¿Por qué no creo en las conferencias de prensa?

Las veces que he ido a una conferencia de prensa es por la estima y cariño que le tengo a Jorge Arriola. Una persona que vive tan apasionada con los autos no merece otra cosa que el afecto de todos los que nos movemos –en varios casos mucho después que él- por los trazados del automovilismo. Para mi el Chupo es uno de los activos fijos de este deporte y en cada conversación siempre hay una anécdota digna de un libro de expedientes secretos automotrices. Sin embargo mas allá de mi amistad con el Chupo debo confesar que no confío en las conferencias de prensa porque en ellas todo es perfecto. Al ser un discurso practicado pocas veces un periodista puede sacar información que no se pueda recoger en la nota de prensa o en las páginas web. Siempre una entrevista le dará a los periodistas una mejor visión de la realidad. Se imaginan a un piloto diciendo: “Estamos viajando esperando no terminar abandonando en la primera curva”. Las conferencias de prensa están llenas de “vamos a hacer lo mejor”, “vamos por la victoria” y “vamos a dejar el nombre del Perú en alto”. Cuando estas reuniones organizadas por los clubes es peor aún. Todo es perfecto, nada falla y lo que es peor es que tal vez que muchas de las cosas que uno escucha en un par de semanas no valdrá de nada. He ido a conferencias donde me han expuesto un trazado que al final no terminaba disputándose. He ido a presentaciones donde las autoridades detallaban características del trazado sin tener las autorizaciones respectivas de las municipalidades. Lo siento. No creo en las conferencias. Al menos no en las del mundo automovilismo. He presenciado conferencias con los ganadores de una carrera que al final han terminado excluidos. En los rallies mundiales las presentaciones de los equipos oficiales suelen ser eventos donde los pilotos interactúan con la prensa y con algo típico de la región. Recuerdo en Argentina al equipo Subaru invitando a los periodistas a una tarde de tango con Mäkinen y Solberg. Ambos bailaban con las periodistas mujeres mientras que a los hombres cinco porteñas nos sacaban para danzar al lado de los pilotos. Al final tuvimos la oportunidad de hablar tanto con Tommi como con Petter sobre el país. Nota al margen. Siempre recordaré que aquél día Mäkinen, horas antes de la partida simbólica, expedía un tufo a vodka. Su baile descoordinado y su aromática fragancia fueron la faceta desconocida que me lleve del gran Tommi. En Australia recuerdo que el equipo MRT presentó a Ferreyros y sus compañeros en un espectacular zoológico junto a peculiares especimenes. Aún tengo en la memoria la foto de Ferreyros abrazando un koala y mirando de reojo a un demonio de tasmania. En Nueva Zelanda el equipo Peugeot jugó críquet, en Brasil la escudería Renault bailó zamba mientras Jenson Button preparaba sushi para todos los hombres de prensa en la barra del Sheraton de Sao Paulo. Por estos días, a nivel mundial, las conferencias de prensa han da un paso al costado para lo que se conoce como presentaciones. Así las fotos de la típica mesa con banderitas forradas de plástico son cosa del pasado y han cedido sus espacios a las imágenes de los pilotos en acción. Total ahí se aprecian más los auspicios. El miércoles el ACP realizará una conferencia de prensa. En circunstancias naturales me burlaría sin embargo se trata de la presentación de un auspiciador para Caminos del Inca. Y ahí si tenemos todos que portarnos bonitos e ir para que las empresas vean que la prueba convoca a los medios y que invertir en los autos es un negocio serio. Sin embargo sería ideal que para la última conferencia de CDI, el ACP organice algo diferente. No lo mismo de siempre: los pilotos en camisa, las anfitrionas colándose en las fotos y las banderas publicitarias desfilando. Para los pilotos les recomiendo lo mismo. Una exhibición, un par de vueltas con algunos periodistas o un par de “ochos” para levantar humo y flashes. Eso sí. Nada de comidita para los periodistas. Sé que les encanta – y que posiblemente el gremio me alejará más de su seno amable- y que muchos van por el sanguchito, la empanadita, el triplecito y pisco sour, pero eso le da a esta profesión una imagen angurrienta insoportable. No hay nada peor que ver a los periodistas peleándose por las bandejas y chequeando de reojo donde viene el mozo. Madurez y creatividad. Dos elementos que tienen que desarrollarse por ambos lados.