Nacional. MONOrquia

| lunes, 30 de octubre de 2006

Ha sido en Huancayo donde el Nacional se ha definido. En un desenlace infartante Raúl Orlandini alcanzó la corona patria y el abrazo de los suyos. Tuve la suerte de ser uno de los pocos periodistas que estuvo presente en la llegada del último tramo. Los resultados ya los saben todos y el análisis será en ruedas, así que acá daremos libertad a la emoción. Oscar Dávila me invitó a ver el séptimo especial –penúltimo de la jornada-. Tomamos la camioneta y llegamos a la llegada para apuntar tiempos. Mientras avanzaba los el teléfono no dejaba de repicar: Ive desde Antamina, Eduardo desde La Molina, Kari (mamá del Mono) desde Surco. “Un ratito. Esta entrando otra llamada”. Hablaba, marcaba y contestaba. Entre los ringtones, llegamos. Cabe resaltar que para el sexto prime (Cepasc-Huaychulo) El Mono tenía una ventaja de 17’’1 sobre Francisco Barco. La previa al arribo de los autos se fue armando mientras más aficionados llegaban. Miguel Alayza, Juan Dibos y que siga el baile. De repente, cual marabunta, el polvo anunciaba la llegada de Francisco. “He sido 10 segundos más rápido que en mi anterior pasada. Todo bien”, atinó a decir Barco mientras las planillas le daban un crono de 15’42’’5. Primera y para el último prime. Cuando el polvo se terminaba de disipar, llegó Raúl quién afirmó no haber tenido ningún problema en el prime. La sorpresa sería grande cuando el Mono caería en la cuenta que Barco había sido 20’’6 más rápido que él y que había perdido la punta. La cara de Raúl era de game over. El ánimo de sus seguidores también. “Aún es joven. Ha sido un gran año”, atinó alguien a decir. ¿Por qué el pesimismo?. Simple, porque cuando Raúl le ganó el tramo de Cepasc-Huaychulo a Francisco –en la primera pasada- había sido 2 segundos más rápido pero ahora si quería recuperar el primer lugar tenía que ser 3 segundos 6 décimas. Como si fuera poco Fuchs –que fue una kamikaze durante toda la prueba- estaba en franco ascenso tras mejorar la mezcla de su auto y nadie aseguraba que pese a que Nico no tenía nada que ver en esta pelea no terminaría moliendo piñata ajena. Tras el paso de los TIN, volvimos al parque de asistencia para ver el descenso del cerro que contempla Huaychulo. Todos con relojes, todos rezando. Nunca he visto tantas personas con tanta ansiedad en los ojos. De repente apareció Barco levantando polvo y obligando a todos a hacer el primer clic en los cronometros. Un minuto, minuto veinte, minuto treinta, minuto cuarenta, minuto cuarenta y cuatro y aparece Orlandini. Estalla la portátil del Mono por los 16 segundos que le venía sacando a Barco y que le daban la victoria. Todos se miran. Nadie celebra. Silencio. Tensión. ¡Carajo!. Es too much. De repente llega Francisco con los ojos rojos y el teléfono en la oreja. Lo mira a Pardo y le dice: rompimos el palier saliendo. Su rostro aún no lo tengo en la mente. Era la cara del que había dejado todo en la pista pero el destino le decía que no. Bajó del auto. Dio dos pasos y el tercero terminó a dar contra el guardafango de su Impreza. Dos patadas, no a morir, que intentaban sacar la frustración. Después llegó el Mono curiosamente también con los ojos rojos. Un trompo saliendo de la partida de ese prime le hacía pensar que había perdido la carrera. “No…Barco rompió palier” alguien dijo. El rostro cambió y el llanto se convirtió en una risa interminable que ocultaba tras sus manos. No gritaba, no celebraba aún. Quería ver como llegaba Fuchs consciente que si terminaba segundo, El Mono se consagraba sin necesidad de esperar al TAN. Entonces llegó Fuchs, con el aro roto tras golpear una piedra metros antes de la bandera blanca. Barco y Raúl corrieron hacia él. Querían ver el tiempo. La tarjeta. 8’29’’6. Nicolás se imponía en el tramo y sumaba el tiempo necesario para ocupar el segundo lugar de la clasificación, darle el campeonato al Mono y ahorrarle al TAN un mal rato (bien ahí!). Lo que vino fueron abrazos y baños de cerveza. Sin lugar a dudas una final espectacular. Un campeonato que se definió en el último metro con un invitado especial. ¿Con qué imagen me voy?. Con la de Francisco y el Mono entrelazados en un abrazo honesto. En un abrazo que mientras uno hacía todo para consolar a su rival, el otro lo felicitaba de manera honesta. Fue el mejor momento. Un episodio esperanzador. Que duda cabe.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Daniel,
Te felicito porque esta narracion de la final me ha hecho sentir como si huviese estado ahi!!!

Que bueno que gano el mono se lo merece!!!

Que emocionante esta carrera!!

Anónimo dijo...

Yo tuve la suerte de estar ahí y sinceramente lo que cuenta Daniel no es mas que la exacta y pura verdad.

Fueron unos minutos realmente interminables!!!!

Buena Mono!!

Anónimo dijo...

Bacan el relato..estos detalles hacen que uno este en el mismo lugar de los hechos....Un aplauso para Francisco, Mono y Nico por esta superdefinicion del campeonato

Anónimo dijo...

Si esto es lo que has puesto aca, no quiero ni imaginar lo que pondras en Ruedas.

Anónimo dijo...

Creo que no queda nada para Ruedas, sería "refrito", ya dijiste todo Daniel, pasaron mil cosas en pocos minutos...insisto (y disculpen)el TAN que hable y que hable ya o sino les prometo que empezaré a pensar que significan realmente esas tres letras

Anónimo dijo...

buena dash!

Anónimo dijo...

Buen relato mi estimado magalón. Como bien dices, esperanzador el abrazo final de la historia...


te fuiste de vacaciones con la novia??? provecho.

tp